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El sol emite dos tipos de radiación UV que llegan a nuestra piel: ultravioleta A y ultravioleta B. Ambos tipos dañan una piel sin protección, pero de diferentes maneras. Conocer la diferencia entre los rayos UVA y UVB es fundamental para comprender la necesidad de una protección solar de amplio espectro.
Sin lugar a duda, el uso diario y constante de un protector solar de amplio espectro con SPF 30 o superior los 365 días del año (llueva o truene) es la mejor manera de preservar la salud de su piel, reducir el envejecimiento prematuro (arrugas, manchas y pérdida de luminosidad) e incluso llegar a desarrollar cáncer de piel.
La ciencia lo dice claro: es necesario usar protección solar todos los días, llueva o truene, para prevenir tanto el cáncer de piel como el envejecimiento prematuro. Pero ¿qué pasa si no te gusta usar protector solar, aunque sabes que deberías hacerlo?
Si conservas un protector solar del verano pasado, es mejor que te lo pienses dos veces antes de usarlo, o podrías terminar sufriendo de daño solar. Cualquier exposición al sol sin una protección eficaz puede provocarte daños, ya sea una quemadura solar en la piel o la aceleración del envejecimiento prematuro.
Independientemente de que llueva, esté nublado, haga sol, o si estamos en interiores o al aire libre, los rayos UV tienen efectos perjudiciales sobre la piel los 365 días del año.
Proteger la piel con SPF 30 o superior, ya sea en forma de crema hidratante, primer o base de maquillaje es un paso diario esencial para lograr una piel saludable y de apariencia rejuvenecida. Es más, si aplicas por capa los tres, mucho mejor.
La vitamina D es esencial para la salud general de nuestro cuerpo. Exponer la piel al sol es una forma de obtenerla, ya que la radiación UVB de la luz solar hace que la piel produzca vitamina D, pero hay un problema: la exposición al sol sin protección daña la piel. Además, para las mayorías de las personas, la exposición al sol no es una forma eficaz de producir vitamina D.